Empecemos por el principio… ¿Qué es usabilidad?
Antes de abordar su importancia en el desarrollo de software, necesitamos entender su significado. ¿Qué significa USABILIDAD? Esta palabra proviene del inglés “usable”, que significa “available or convenient for use. Capable of being used”. En español “usabilidad” aún no ha sido admitida por la RAE, aunque es ampliamente utilizada y se registra en algún diccionario de uso.
Este concepto es aplicable a todo aquello que pueda ser utilizado por personas, tanto productos, como máquinas o servicios. Si has comprado una cafetera nueva y está bien diseñada siguiendo los criterios de usabilidad, serás capaz de utilizarla sin ni siquiera leerte las instrucciones, ¿no crees?
La usabilidad en el desarrollo de software
Según la norma ISO/IEC 9126: sobre Calidad de Software, “la usabilidad se refiere a la capacidad de un software de ser comprendido, aprendido, usado y ser atractivo para el usuario, en condiciones específicas de uso”. En pocas palabras, la experiencia de uso debe ser fácil y permitir que las tareas se realicen de manera satisfactoria y cómoda.
Cuando utilizamos algo por primera vez, esa primera impresión cuenta. Si tu experiencia ha sido buena, aumentará la probabilidad de volver a usarlo. Como al visitar por primera vez un supermercado donde la compra es fácil por la buena señalización, la disposición de los productos, el tamaño de los pasillos y la amabilidad del personal. Eso hará más probable que vuelvas a comprar allí en un futuro.
¿Desde cuándo hablamos de usabilidad?
Como la usabilidad no solo se aplica a productos digitales, es un concepto que lleva muchas décadas empleándose en otras áreas como aviación o industria. Y en el mundo del software tampoco es nuevo. En 1990 Jakob Nielsen y Rolf Molich propusieron por primera vez los Principios Heurísticos de Nielsen, que aún son ampliamente aceptados para diseñar interfaces eficaces y fáciles de utilizar.
Estos principios, considerados buenas prácticas a seguir en el diseño UX de productos digitales, son los siguientes:
- Visibilidad del estado del sistema: informa al usuario de lo que está pasando, como el tiempo de descarga de una aplicación.
- Correspondencia entre sistema y mundo real: utiliza conceptos familiares para el usuario.
- Control de usuario y libertad: si se cometen errores, que sean reversibles. Y para acciones importantes, pide confirmación con posibilidad de cancelar.
- Consistencia y estándares: no intentes ser creativo con lo que funciona como estándar (convenciones) y sé coherente en todo el producto.
- Prevención de errores: un buen mensaje de error está genial, pero prevenir los errores es aún mejor.
- Reconocer mejor que recordar: hazlo fácilmente reconocible de un vistazo para que el usuario no tenga que esforzarse en pensar.
- Flexibilidad y eficiencia de uso: el usuario puede llegar a lo que busca por diferentes caminos, sin importar si es usuario experto o no.
- Diseño estético y minimalista: quita el ruido innecesario y deja solo lo que realmente aporte valor.
- Ayudar a los usuarios a reconocer, entender y corregir los errores: errores siempre va a haber, pero si los hay, ayudemos al usuario a resolverlos fácilmente.
- Ayuda y documentación: FAQs fáciles de encontrar, relevantes y comprensibles.
La simplicidad es fundamental: “No me hagas pensar”
Al igual que Nielsen, el enfoque de Steve Krug también resalta el papel de la simplicidad para diseñar productos digitales usables. Su libro “No me hagas pensar”, publicado por primera vez en el año 2.000, es considerado uno de los libros de cabecera básicos de cualquier diseñador UX.
En él, de manera amena y fácil de leer, Krug nos habla del Principio de Usabilidad: “Si algo requiere mucho tiempo, es menos probable que acabe utilizándose o si algo es complicado de utilizar, simplemente no lo usaré demasiado”. Lógico, ¿verdad?
Propone estas tres normas para desarrollar un producto digital usable:
- No me hagas pensar: todo tiene que ser obvio, claro y fácil de entender. Evita interrogantes que distraen de la tarea final y pueden llevar a abandonar.
- No importa el número de clics si la opción es mecánica e inequívoca: Haz fácil saber dónde hacer clic, que se acierte sin esfuerzo.
- Elimina la mitad de las palabras de cada página/pantalla. A continuación, elimina la mitad de las que quedan: Quita el discurso innecesario y reduce al máximo las instrucciones.
Estas normas las complementa con otros principios como una buena jerarquía de la información, el uso de convenciones cuando sea posible o el diseño de una navegación coherente y global. Y aunque la tecnología cambia muy rápido, sus teorías siguen vigentes porque los seres humanos cambiamos muy despacio. Seguimos escaneando rápidamente las webs y aplicaciones en busca de la primera opción que parece ser mínimamente válida.
Te estarás preguntando, si sigues todas estas premisas en tu proyecto, ¿será usable tu producto?
No hagas suposiciones, compruébalo: las pruebas de usabilidad
Y aquí es donde entra en juego la prueba de usabilidad. Tanto Nielsen como Krug enfatizan la importancia de simplificar, eliminar lo superfluo y mantener un diseño claro, pero no basta con creer en la usabilidad de tu producto; debes verificarlo.
¿Cómo lo comprobamos? Con las pruebas de usabilidad, cruciales para identificar problemas y mejorar el diseño del producto. Y también en esto están de acuerdo estos autores, aunque difieren en enfoque y metodología. Nielsen y Krug también destacan la necesidad de realizar las pruebas desde las fases iniciales del proceso de diseño, permitiendo iterar y corregir según los resultados.
El impacto de un producto bien (o mal) diseñado
Al igual que tendremos más probabilidad de volver a comprar en una tienda con los productos bien organizados, etiquetados y accesibles, el impacto de un producto bien (o mal) diseñado es fundamental. Si está bien diseñado y es fácil de usar, transmite profesionalismo y calidad, generando confianza en los usuarios y fortaleciendo la relación con la marca. Por el contrario, una interfaz confusa o poco intuitiva puede provocar errores, retrasos y frustración en los usuarios, afectando negativamente a la percepción del producto y la marca detrás de él.
Su impacto es tal que nunca debería descuidarse y pasar por estas pruebas de manera rápida y poco eficaz. Deben ser diseñadas y ejecutadas cuidadosamente desde las etapas iniciales del proyecto. Solo de esta manera lograremos diseños más efectivos, usuarios más satisfechos y una marca reforzada.
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